La frustración en los niños y cómo resolverla adecuadamente. Se dice que un niño o niña tiene baja tolerancia a la frustración si pequeñas adversidades le provocan enfado, rabia, tristeza o abandono de lo que persigue y esos sentimientos lo dominan hasta dejarlo sin capacidad para responder a esa adversidad de manera adecuada.
La baja tolerancia a la frustración es sobre todo una conducta aprendida. Es posible que determinados temperamentos predispongan a responder de esta manera, pero generalmente este tipo de conductas cuando se prolongan en el tiempo, son fruto de un proceso de aprendizaje que ahora les explico.
Probablemente a las primeras reacciones de frustración (llantos, gritos, ira) los padres hayan respondido intentando solucionar y satisfaciendo aquello que frustraba a sus hijos. Poco a poco, los padres, con buena intención y sin ser conscientes de lo que hacían, han reforzado esa forma de reaccionar.
Imaginen la siguiente situación: un niño quiere un capricho, algo que no es ni urgente, ni necesario. Los padres se lo niegan o le dicen que tendrá que postponerse. El niño a la negativa de sus padres, se siente frustrado y reacciona de forma desproporcionadamente negativa: grita, llora… los padres entonces ceden y cambian su decisión inicial. Cuando esto se hace repetidamente están “premiando”, reforzando esa forma de actuar. Y está demostrado, que cuando además eso se hace unas veces sí y otras veces no (un reforzamiento variable, se llama técnicamente) la conducta se consolida más aún.
Un niño con baja tolerancia a la frustración tiene consecuencias negativas siempre. La frustración en los niños y cómo resolverla adecuadamente. En primer lugar, para él mismo: sufre de manera desproporcionada. Lo que para los demás son pequeñas contrariedades, para ellos son situaciones más dolorosas.
Son niños disruptivos que se adaptan mal a las situaciones sociales, donde todos tenemos que ceder de alguna manera. ¿Se imaginan no ya un adulto, sino un joven que no tolera de los demás un no por respuesta…?
Las consecuencias también la sufren los padres que tendrán que esforzarse más para que su hijo no tenga ninguna frustración. Como me decía un papá que vivía esta situación: “espero que mi hijo no me pida la luna, porque se la tendré que conseguir”
Si lo pensáis se trata de desaprender una forma de responder, para aprender otra forma más adecuada. Para ello les facilito de manera muy resumida algunas pautas a seguir:
1. Que viva las pequeñas frustraciones
Dejad que vuestro hijo o hija viva las pequeñas frustraciones de cada día y que aprenda a gestionar esos sentimientos de manera adecuada, no las evitéis constantemente.
2. Evitar la sobreprotección
Evitad la sobreprotección excesiva. Sin poner en riesgo su seguridad, dejad que el niño o niña experimente y que se equivoque, que aprenda a solucionar sus pequeños problemas. Podéis orientarle, pero no le solucionéis lo que puede hacer por sí mismo.
3. No concederle todos los caprichos
Todo lo que pida por su boca… no se le puede conceder.
4. No acudir siempre de inmediato
Si llora o protesta por pequeñas cosas, no acudid inmediatamente a consolarlo, ni le presten excesiva atención.
Evite que las cosas se hagan siempre inmediatamente cuando las pidan. Tienen que enseñarle lo que es urgente e importante y lo que no lo es.
5. Decir “no”
Aquello que no sea conveniente díganle que “no”, sin miedo: no se va a traumatizar como piensan algunos. Díganle que “no” sin demasiadas explicaciones e ignorad sus protestas.
6. Cuando esto… lo otro
Utilizad con frecuencia la estrategia de “primero esto… y cuando hagas o suceda esto, entonces lo otro”.
Enseñadle exigiéndole que las actividades se comienzan, se realizan y se terminan: las cosas no se pueden dejar siempre a medias.
7. Ser un ejemplo positivo
Dadle ejemplo de cómo gestionar las frustraciones: cuando vosotros como padres tengáis un contratiempo, verbalizar y reaccionar de manera que seáis ejemplo positivo para vuestro hijo.
8. No cambiar las decisiones
Que las expresiones de frustración del niño (gritos, llantos, insultos, romper cosas) no cambien vuestras decisiones iniciales
9. Ser constantes
Ser constantes: si no estáis dispuestos a actuar… mejor que cedáis antes de que se frustre. Pero si decidís actuar, tenéis que ser constantes: cumplir las pautas unas veces sí y unas veces no suele ser peor aún que no hacer nada.
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1 Comment
buenas noches m interesa mucho saber sobre como tratar a un niño con deficiencias auditiva claro ya estoy con el lenguaje de señas pero hay cosas que todavía m faltan